Un trocito de....

"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner


miércoles, 29 de junio de 2011

Nanorrelato nº 108. Las gafas oscuras

<<Pero… ¿por qué?>> se preguntaba ante la sacudida que le volvía a ‘regalar’ la vida. <<Otra vez en el mismo carrillo>> De nuevo, todo el proceso de encontrar una razón a tantas bofetadas, inundó su cabeza. Volvía a comenzar la búsqueda con el manido <<Pero si yo no soy mala persona >> Doy fe como narrador que así era. Era una persona buena, muy buena y con unos valores de esos que ahora se consideran ‘pasados de moda’. Lo que sí que era evidente, es que algunos (menos mal que no todos) de los seres a los que había ayudado, por ejemplo, de una muerte existencial segura, le habían devuelto semejante acción con un amargo mandoble (por no decir un hostia tremenda). Hasta que… en su desesperación consultó a un adivino, sí, de esos que piden la voluntad. <<Cómprese unas gafas de sol>> le diagnosticó. Y así hizo. Y todo mejoró: Disminuyeron drásticamente los mamporros. ¿Por qué?  Pues porque  nadie podía verse reflejado en sus ojos como realmente era, cualidad que suelen tener los órganos visuales de las buenas personas. Por tanto, gracias a la oscura barrera cristalina, la ‘mala gente’ siguió engañándose, debido a que el espejo de blancanieves dejó de estar disponible. Bueno, se las quitaba ante quien le daba la gana. Claro, ¡no van a ganar los malos!

sábado, 25 de junio de 2011

Nanorrelato nº 107. Buen número

Un excelente día se puso a caminar. Bueno…mejor dicho y para no ser exagerado: un día cualquiera empezó a andar. Era lo que todo el mundo (muy preocupado) quería, que caminara, que avanzara de una vez, que ya estaba bien, que quedarse parado no sirve de nada, que la vida es ir siempre hacia delante. Bien, pues armándose de valor y realizando un esfuerzo (¿sobrehumano?) lo hizo. La primera vez dio unos pasos temblorosos que provocaron el júbilo de los que ‘le querían’. Poco a poco, con tesón y esfuerzo esos incipientes movimientos inestables se fueron convirtiendo en zancadas seguras, firmes, hasta tener por completo dominada la ‘técnica’ y ofrecer ya, sin pensarlo, paseos que eran la delicia de todo el mundo.
<< Mira que son graciosos estos perritos que andan sobre dos piernas como si fueran hombres, ¿verdad hijos? Después vienen los leones…>>
                               Dibujo realizado por el pintor Jesús Oliván

viernes, 24 de junio de 2011

Nanorrelato nº 106. Lo hizo él. Nadie más

Durante muchísimo tiempo su nombre fue absolutamente impronunciable. Se extirpaba de cualquier conversación como si nunca hubiese formado parte de sus vidas. Todos, al unísono, habían llegado a ese acuerdo general sin tan siquiera haberlo hablado entre ellos, como si se tratara de algún aspecto genético que de forma simultánea se hubiese expresado en los individuos implicados, es decir, en aquellos que le conocían e incluso le querían o en algunos casos extremos le amaban. El detonante de todo ello era que, en cierta manera, todos se habían servido, desigualmente eso sí, alguna porción del pastel relleno de culpabilidad. Como si ellos, todos o cada uno por separado, se hubiesen ‘despistado’ y, por tanto, acaecido lo terrible. Se equivocaban de pleno, nada tuvieron que ver en el comportamiento de ‘él’, ni nada podrían haber hecho en desviar su letal trayectoria, su mortífero tiro parabólico, porque es muy difícil seguir erguido ante semejante onda expansiva. Ah, se me olvidaba: y por supuesto ‘él’, el que más erró. Pero la vida debe proseguir como continúan los sanfermines cuando ocurre alguna desgracia irreversible.

Nanorrelato nº 105. En que día


Intentó recordar el día en el que aceptó ir de su mano. Sobre todo, determinar cómo se cerró el trato, que se habló por ambas partes, que expectativas fueron vertidas y admitidas. En el transcurso de la búsqueda del recuerdo inicial (del recuerdo ‘cero’ como se diría ahora),  aparecieron momentos magníficos resultantes de su relación: de cómo lo negro se convertía en blanco, de las risas interminables fruto de sus abrazos, de la felicidad creada a partir de la nada, de la inmediatez terapéutica de la dicha provocada. Sí, pero todos ellos posteriores al ansiado recuerdo primitivo. Pretendía rememorarlo con el objetivo de pasarle factura, de gritarle que esto no era lo pactado. Estaba completamente seguro que en ningún momento hablaron de dolor, de pérdida, del final…de cirrosis.

jueves, 23 de junio de 2011

Nanorrelato nº 104. Aquí estoy

La oscuridad reinaba en su mundo. El silencio también era una constante que acompañaba a la ausencia de luz. A veces, pero sólo a veces, le parecía escuchar voces muy lejanas, como si se dijesen dentro de una tinaja, tan apartadas que no era capaz de descifrar algo de su significado, aunque eso sí, de alguna forma le parecían familiares…y agradables. Un buen día, todo se desbarató: La prisa llegó de improviso a modo de empujones. Y con ella, una luz cegadora, y el aire fresco en sus pulmones, y…el olor, ¡el olor de la dueña de la voz!

Nanorrelato nº 103. Otra pepona


Su objetivo, desde hacía algún tiempo (desde que ocurrió), era dormir. Todo lo que realizaba durante el día, mientras estaba despierta, carecía de importancia. El recorrido diurno era, simplemente, un trámite necesario pasar hasta llegar a la noche. Y, curiosamente, lo buscado con ese comportamiento era poder ser feliz durante el día, aunque ese día perteneciese al mundo de los sueños. Hasta que…no sé si un día o una noche, o tal vez en los dos, cruzó el umbral, y realidad y sueños, luz y vigilia se amalgamaron y fueron la misma ‘cosa’ indistinguible. Creo, por la ausencia de dolor de su expresión, que es feliz. El muñeco que ‘siempre’ (día y noche) tiene asido contra su pecho, también lo es.

martes, 21 de junio de 2011

Nanorrelato nº 102. Autorretrato

Siempre le había encantado mirar y mirar fotografías. Sí, todas, estuviese él o no. Movidas, aburridas, clásicas, con demasiada luz o tremendamente sombrías; daba igual, le maravillaban. De hecho, las conservaba todas y las veía y reveía constantemente. Hasta que le hicieron una. Una muy especial. Una en la que para que ‘quedase guapo’ no debía de respirar. Una en la que sólo se observaban manchas, sombras terroríficas. La única de todas en la que nadie, ni los más cercanos, hubiesen acertado que era él. Una que estaba solo, por cierto, la única.
                               Dibujo realizado por el pintor Jesús Oliván

miércoles, 15 de junio de 2011

Nanorrelato nº 101. ¿Yo?

Cuando fue consciente de que aquel conjuro que leyó a modo de broma, sin darle excesiva importancia, le había transformado en algo, lo primero que hizo no fue desesperarse, ya que siempre había deseado ser otra cosa, sino ir hacia algún espejo de la casa para ver de primera mano en que se había convertido. Llegó al baño pero le fue imposible alcanzar la altura necesaria para observarse, con lo que pensó que su tamaño era mucho más pequeño que el original ya que no podía interactuar con los objetos habituales << ¿Qué seré? ¿Un águila, un halcón?>> La duda fue despejada al mirar hacia atrás y no verse ningún ala ni nada que se le pareciera. <<Pero… Un insecto a secas ¡un insecto!>>

martes, 14 de junio de 2011

Nanorrelato nº 100. Tiempo

El líquido comenzó a descender por el único camino que le era posible. Él miró los esperanzadores meandros un instante para, con un giro rapidísimo de su cabeza a modo de limpiaparabrisas, abstraerse en alguna reminiscencia agradable que le hiciese más llevadero el segmento temporal. Pero como las veces anteriores, el recuerdo elegido enseguida quedó empañado por el fluido, que como una acuarela difuminaba todo lo que en principio había pensado en proyectar en su mente. De nuevo cambio de programación a última hora: otra vez iban a “echar” la misma peli. El reproche autolítico en forma de “porqué no aproveché más” se hacía muchísimo más insoportable que las nauseas provocadas por el maldito y salvador líquido. <<Espero que me de tiempo a transmitir esta sabiduría a las personitas que quiero>>
Dibujo realizado por el pintor Jesús Oliván

domingo, 12 de junio de 2011

Nanorrelato nº 99. La linde


Un día, pero no un día cualquiera, ojeando aburrida una revista, apareció ante ella una fotografía que contenía una frontera con una aduana indeterminada de una guerra cualquiera, y una mujer especial a cuestas con tres de sus hijos vivos << Si ella pudo yo también >> Se levantó rápida, con decisión, a paso veloz hacia el baño, dejando por el camino las purulentas zapatillas de “estar en casa”, para observarse en el espejo. Por primera vez (y última), los moratones no eran parte del maquillaje. No, tenían la misma tonalidad que el cielo que cubría el confín antaño rebasado por su colega. << Hoy mismo cruzaré >>

jueves, 9 de junio de 2011

Nanorrelato nº 98. Delgado, no flaco.

Cómo tantas otras veces, acorralado por su supuestamente inmenso problema, se puso a dar vueltas por la casa, esperando hallar el remedio en algún rincón. Cómo tantas otras veces, su anciano padre, sentado en el sillón de siempre, con la expresión de siempre, con la quietud de siempre, le dirigió una mirada mientras pasaba por delante de él en su desesperada búsqueda de la solución a la contrariedad. Pero esta vez, la cara de su progenitor se encendió y, al vuelo, le arreó un sopapo mientras le expresaba con vehemencia << No confundas adelgazar con flaquear. Sólo con saber bien eso ya es suficiente para vivir, y muy bien por cierto>>
Dibujo realizado por el pintor Jesús Oliván

Nanorrelato nº 97. El empiece


Se miró al espejo y, al no reconocerse, dio un salto hacia atrás. Volvió a acercarse esperando una segunda oportunidad, pero siguió sin saber quien era la persona reflejada. Cerró y abrió los ojos compulsivamente a modo de maniobras de reanimación y, al cabo de un ratito…por fin lo consiguió: Sí, era ella. Se fue recuperando poco a poco de la onda expansiva, desperezándose lentamente, sin prisas. Comenzó a vivir. Por primera vez.

miércoles, 1 de junio de 2011

Nanorrelato nº 96. Sin descanso

Una noche cualquiera le sucedió algo que se escapó de lo, llamemos, normal. Esa diferencia destacable fue que no soñó a pesar de que...sí. Ya sé que puede parecer un poco anormal lo que acabo de contar y me explico: tuvo un sueño real. ¿Qué quiero decir con ello? Pues sencillamente que soñó sin soñar, sin imaginar, que lo que ocurrió en ese espacio de tiempo fue auténtico, y no fruto de su actividad cerebral. Por tanto, cuando se despertó, la vida continuó al hilo del último instante soñado, y no desde antes, como habría sido lo habitual. Lo malo es que lo acaecido aquella noche, se convirtió en normal. Y, como resultado de ese comportamiento, su vida fue continua, sin posibilidad alguna de…escapar de ella. Sin descanso.